sábado, 29 de septiembre de 2012

lunes, 24 de septiembre de 2012



Refugiándome de casa entre los árboles y palabras sobre papel, se acercó. Una golondrina. Me quedé quieta ante el temor de que saliera volando. Pero me miraba sin un atisbo de miedo. Quizás porque supo leer que era inofensiva. Observé durante unos minutos sus movimientos. Parecía estar a gusto rondando el banco sobre el que estaba sentada. Seguí leyendo. Sumergida en el mundo que había ideado Kundera, me devolvió a la realidad de un picotazo en la espalda. Sonreí y pensé por un instante que comenzaría a hablarme, pero el silencio se adueñó del momento. Sin saber qué decirnos, abandonó la conversación y se perdió entre las hojas que ya tiñen el suelo desde hace algunos días. Y me quedé sola de nuevo, entre los árboles y el papel, sabiendo que tendría que volver a casa.


domingo, 23 de septiembre de 2012


 Y además ésta es para mí una cuestión de principios. Las personas deberían recibir su veneno el día de su mayoría de edad. Deberían entregárseles en una ceremonia solemne. No para inducirlas al suicidio. Al contrario, para que vivan con más tranquilidad y más seguridad. Para que vivan con la conciencia de que son dueñas de su vida y de su muerte.

LA DESPEDIDA - M. Kundera


No sé si el haber elegido este libro para mis últimos días en Madrid ha sido algo casual o inconscientemente escogido. Sea como fuere, yo también me despido. Adiós.


sábado, 15 de septiembre de 2012


Tengo un álter ego. Un señor, gordo, moreno, que fuma en pipa y se rasca el bigote mientras se sirve su tercera copa de whisky. Devora libros en su sillón de terciopelo rojo mientras su gato persa se acurruca junto a la ventana.
Ahora tengo un álter ego, que, por qué no, sale a pasear antes de que amanezca. No tiene tele, ni ordenador. Pero es más consciente de los niños muertos. Y por eso calla, aunque no enmudece.
Le gusta andar descalzo. Oír como la madera cruje al ritmo de sus pasos, sentir la hierba colándose entre sus dedos y la arena marcando su talón.
Quizás mañana sea una octogenaria que bebe té esperando que sus nietos la llamen antes de que lo haga la muerte o ...
Tengo un álter ego que puede ser muchos a la vez.


viernes, 14 de septiembre de 2012


La lista de la compra

1. No dormir.
2. Calzarse las zapatillas de la suerte (Aquéllas con las que he recorrido caminos rojos, con las que he pisado rocas de miles de años que esconden las claves de nuestros orígenes, aquéllas que él llevó a limpiar por no entender el encanto de la suciedad)
3. Reencuentros, abrazos y nervios.
4. Hablar de reyes, de batallas, de amores, del futuro.
5. Recordar y reír.
6. Y asumir que muchas veces las cosas no son sencillas.
7. Moverse por la ciudad, plagada de gente, gente que no conozco.
8. Dormir para despertarse desubicada.
9. Comer sandía y más sandía, que aún es verano.
10. Leer, por fin.
11. Planificaciones de futuro
                                      el más próximo
                                                  el más lejano.
12. Proyectos y más proyectos: unos saldrán, otros no.
13. Ser consciente de la distancia - una vez más.
14. No hay estrellas. Pero las habrá.

Presupuesto: 24 horas.

lunes, 10 de septiembre de 2012



- Creo que es la mayor locura que he hecho nunca.
- Estás enamorada.
- Pues menuda mierda más grande.
- Pues qué cosa más bonita.




 

domingo, 9 de septiembre de 2012



                                                                                                Pues eso  

viernes, 7 de septiembre de 2012








Jugar a pasar entre las piernas y
sentir cómo 
burbujea el aire por la nariz. La respiración inmaculada. 
Los labios morados y los dedos arrugados. 
Y no querer salir.

Ahora abrir las piernas significa exponerse. Expulsar aire sucio. Pintarse los labios y 
que se agrieten las manos.

De pequeña jugaba a ser mayor, le robaba a mi madre sus hombreras para simular que tenía tetas.

Ahora intento ser mayor, pero me sigue sin salir. Aunque ya no uso hombreras.  







Hoy
 me han pedido 
matrimonio
.

martes, 4 de septiembre de 2012



Sentir el hambre.
Sentir tu deseo.
Sólo pasando hambre.
Esa sensación que llena mi estómago.
Hambre de verte.
Hambre de tocarte.
Sólo la puedo saciar saboreando tu piel.
Impregnar mi carne con tu olor,
que penetre mis huesos.
Me sobran órganos.
Me falta sueño.
Escribo mal, pero no me importa.
Bailo mal, pero no te importa.
Cantas fatal, pero me gusta.
Vivo en la tierra de los excesos – yo.
Vives en la tierra de la miseria – tú.
Escribo mal.
Tú no me lees.
Así que estamos en paz.

sábado, 1 de septiembre de 2012

S.




Sofía está durmiendo. Amontona a todos sus amigos inanimados a su alrededor siguiendo un cuidado ritual, no antes de haberme dado un beso de buenas noches.
Ríe en exceso y llora cuando se le cae algo al suelo. Hace bola con la comida cuando no le gusta y traga a toda pastilla cuando se le promete un helado.
Sofía es como cualquier niña de tres años. Mentira, Sofía no es como cualquier niña. Ella en vez de “sabo” dice “sebo” cuando se refiere a “sé”. Cuando se le pregunta por los colores los nombra en inglés y habitualmente tiene un deje ruso al pronunciar las erres. Llama a los perros leones y pronuncia la palabra democracia como si formase parte de su vocabulario habitual. Poco después suelta un cacaculopedopis. Sí, está en esa fase.