Sofía está durmiendo. Amontona a
todos sus amigos inanimados a su alrededor siguiendo un cuidado
ritual, no antes de haberme dado un beso de buenas noches.
Ríe en exceso y llora cuando se le cae
algo al suelo. Hace bola con la comida cuando no le gusta y traga a
toda pastilla cuando se le promete un helado.
Sofía es como cualquier niña de tres
años. Mentira, Sofía no es como cualquier niña. Ella en vez de
“sabo” dice “sebo” cuando se refiere a “sé”. Cuando se
le pregunta por los colores los nombra en inglés y habitualmente
tiene un deje ruso al pronunciar las erres. Llama a los perros leones
y pronuncia la palabra democracia como si formase parte de su
vocabulario habitual. Poco después suelta un cacaculopedopis. Sí,
está en esa fase.
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